viernes, 4 de diciembre de 2009

ESSAOUIRA Y MARRAKECH 2009



Pequeños pueblos pesqueros, puertos históricos y ciudades fortificadas se encuentran a lo largo de la costa atlántica de Marruecos. En este litoral se asentaron fenicios, cartagineses y romanos. Los portugueses crearon asentamientos comerciales muy prósperos y, hermosas ciudades crecieron junto al mar: Essaouira, Safi, El-Jadida...

La zona central es la región más romántica, popular y fascinante del pais, siendo Marrakech su principal atracción. Por si sola, la ciudad, ya se merece un viaje.

Marruecos es un país que rebosa luz, color y olor. Es, ese gran desconocido. Un pais que no le falta de nada: mar, montaña, cultura, folclore y una gente amable y hospitalaria.

Para esta escapada de pocos días hemos consultado, entre otras, estas páginas:


*Información general

VIERNES 4-12-2009

Con mucha ilusión por hacer una pequeña escapada al pais vecino, cerramos las maletas y nos vamos hacia el aeropuerto de El Prat. El vuelo es compartido Iberia-Royal Air Maroc. Es la primera vez que volamos con esta compañia y, de momento, la entrada al avión ha sido un poco caótica y el retraso de una hora, cosa bastante común en muchas otras compañias. El vuelo normal.

LLegamos a Casablanca a las 14.20 y hacemos los trámites de inmigración que resultan bastante lentos, más de media hora de cola. Siguiente paso, recogida de maletas, otro rato largo. Cuando parece que ya lo tenemos todo nos vamos al mostrador de Avis para alquilar un coche que previamente hemos resevado por internet. Nos dan un Peugeot 205 un poco viejete, esperemos que aguante el tute que le daremos.

En el mismo aparcamiento sacamos los bocatas que llevamos en la maleta, compramos las bebidas y hacemos un pequeño picnic. Con el estómago lleno siempre se ve todo diferente y ponemos rumbo a El Jadida a través de la autopista.


La llegada a la ciudad es muy caótica, hay mercado y todo el mundo está en la calle. Tenemos que tener mucho cuidado: personas, animales y verduras se entrecruzan y se ponen delante del coche, cada vez vamos entrando más y más en la calle totalmente colapsada y oscura. Al final, optamos por llamar al riad Soleil d'Orient. Le comentamos que nos es imposible encontrar el lugar, aunque sabemos que estamos cerca. Le damos la información necesaria para que nos encuentre y, al cabo de un rato, viene un chico con una bicicleta y nos dice que le sigamos. Tal como pensamos no estamos lejos pero el colapso de la pequeña calle y la oscuridad nos ha desarmado. El riad nuevo, precioso y muy tranquilo ya que somos los únicos huéspedes. El dueño, un francés afincado en Marruecos, nos cuenta que el riad lo ha construido desde los cimientos. Tiene ganas de hablar y nos enseña todas las estancias del riad y nos acompaña a nuestra habitación.

 


 

Es tarde y queremos ir a cenar al pueblo. Cenamos unas fabulosas pizzas en un nuevo y bonito restaurante llamado Puccini...

...luego, nos vamos al riad, hacemos unas cuantas fotos nocturnas y a dormir.


SABADO 5-12-2009

Nos hemos levantado sobre las 8.00 y despues de la ducha nos vamos a desayunar. Se nos hace un poco extraño estar completamente solos en todo el riad. Más tranquilos imposible. La mesa está perfectamente organizada: mermeladas naturales, zumo de naranja natural, panecillos, tortitas, bolleria... un buen desayuno.




Acabamos de fotografiar el bonito riad, ahora con luz de día...
 
 

y después de despedirnos del dueño nos vamos hacia la Ciudadela portuguesa, el principal atractivo de la ciudad.

Mazagán, como se conocia antes El-Jadida, fue un importante puerto portugués.La inconfundible ciudad portuguesa es un compacto laberinto de calles y rodeada de macizas murallas de color ocre.

La entrada principal a la fortaleza está junto a la Place Mohammed ben Abdallah.

Una vez superada la puerta, a la izquierda se encuentra la iglesia de la Asunción, construida por los portugueses que encontramos cerrada y, a su lado la Grande Mosquée, cuyo minarete funcionaba originalmente como faro de la fortaleza.

La vida, dentro de la ciudadela, transcurre despacio.
 
 

En la calle principal está la Citerne Portugaise (cisterna portuguesa). 

 

Se usaba originalmente para recoger agua. El lugar es misterioso debido a la oscuridad: solo un rayo de luz ilumina toda la cisterna abovedada quedando reflejada como un espejo en la fina capa de agua que hay en el suelo.

 

Salimos de la cisterna y nos vamos hacia el Bastion de L'Ange, un lugar privilegiado para ver el mar, la ciudad nueva y el puerto.

 




Regresamos, por la avenida principal, hacia el lugar donde tenemos aparcado el coche


Cogemos la carretera de la costa que nos muestra un paisaje árido. La carretera, aunque no es excelente, te permite circular a 80 km, teniendo siempre en cuenta que, tanto personas como animales, cruzan la carretera sin pensarlo dos veces. Hay que tener mucho cuidado.

Llegamos a Safi a la hora de comer. La ciudad goza de un magnífico puerto natural que los portugueses supieron aprovechar. Construyeron la monumental fortaleza de Qasr al-Bahr que utilizaron para proteger el puerto, hacer respetar la autoridad portuguesa y alojar al gobernador de la ciudad.

En el siglo XVI, Safi se enriqueció gracias al comercio del cobre y el azucar y se convirtió en el principal puerto hacia Marrakech. Los comerciantes europeos llenaron la ciudad. Su frenética actividad comercial cayó en el olvido cuando se construyó el puerto de Essaouira en el s. XVIII. Aparcamos el coche y lo primero que vamos a ver es la colina de los alfareros. Estos artesanos usan los hornos y chimeneas de barro y, con métodos puramente artesanales, fabrican multitud de piezas: cuencos, fuentes, jarrones, objetos de decoración o los típicos azulejos de color verde. Salta a la vista los escasos recursos de que disponen, pero aún así, las piezas son francamente bonitas.



Hay también las cooperativas donde dan trabajo a las mujeres.

Desde la colina de los alfareros se puede ver el cementerio judio.



En la medina, amurallada, se encuentran se encuentra la mayor parte de zocos. Paseamos tranquilamente por sus calles sin encontrar ni un turista.

Llegamos a la fortaleza de Qasr al-Bahr. Imponente, se alza frente al Atlántico.

  

   

En el patio central hay varios cañones antiguos españoles y holandeses de principios del siglo XVII. Desde el bastión hay unas vistas excelentes de la costa.

A la derecha de la entrada está la torre de la prisión

En el sótano se hacinaban los prisioneros antes de ser ejecutados o embarcados como esclavos.
Despues de la visita buscamos algún lugar para comer. Hay una calle en la que vemos bastantes restaurantes que podemos calificar de muy "auténticos", no hay ningún turista sólo población local. Todos los "restaurantes" presentan el mismo aspecto: mesas y sillas bastante destartaladas, no muy limpias y el uniforme de los "camareros", una bata gris en vez blanca, y llena de lamparones.


Todos ofrecen el mismo menú: variedad de pescaito frito. No hay nada más, así que, respiramos hondo y nos sentamos en el que nos parece mejor.

 

No hay platos ni cubiertos ni servilletas y, a decir verdad, casi lo preferimos. Mientras esperamos la comida observamos el bullicio del lugar que, aunque no es muy "chic", tiene tambien su encanto.
Acabamos el cuenco de pescaito con un fuerte olor a aceite refrito, pagamos la cuenta: cuatro euros por cabeza con bebida incluida y nos vamos del pintoresco lugar. Pasamos por delante de la Plaza de Mohamed V cuyo centro está ocupado por un cuenco gigante de tajín.
Salimos de la ciudad por la carretera de la costa pasando por la planta de procesamiento de fosfatos al sur de la ciudad.  
Faltan unos 25-30 km para llegar a Essaouira y, de repente, se enciende una luz en el tablier del coche.

Madre mia!!! es la luz roja de stop. Algo grave pasa en el coche. Nos quedamos mudos y pálidos. Paramos en seguida el coche. Estamos solos en un paraje desértico y solitario y, además, está anocheciendo. Intentamos llamar a Avis pero nadie nos contesta. No podemos quedarnos aquí y muy despacito vamos avanzando hacia la ciudad. Los 30 km se nos hacen eternos pero al final vemos las luces de Essaouira y empezamos a respirar. Aparcamos el coche frente a la entrada de la medina y con las maletas vamos a buscar el riad Maison du Sud. No nos cuesta nada encontrarlo ya que se encuentra en una calle principal de la medina.  El riad es muy bonito pero preocupados por el coche casi que ni lo apreciamos.
Le comentamos lo ocurrido al personal de recepción y, muy amablemente, nos comenta que no nos preocupemos que, mañana por la mañana, el mismo se pondrá en contacto con Avis para solucionar el problema.

Dejamos las maletas en la habitación y luego nos vamos a cenar a un restaurante, en principio español, llamado casa Vera. Despues de todo lo ocurrido no tenemos demasiada hambre y sólo pedimos unas patatas bravas (que no son tal) y unas gambitas picantes con un par de cervezas. El precio, un poco caro, 235 MAD debe ser por la música en directo ya que la comida no es para tirar cohetes. No nos entretenemos demasiado y volvemos al riad. Esperemos que mañana se solucione el problema del coche.

DOMINGO 6-12-2009

Hemos puesto el despertador tempranito para ver si podemos solucionar el problema del coche rápido. El chico de recepción nos vuelve a comentar que no nos preocupemos que él hará las llamadas oportunas. Nos quedamos más tranquilos y nos vamos a desayunar.
Vamos haciendo tiempo y tomamos varias fotos del precioso riad del siglo XVIII. Durante nuestro desayuno llega un grupo numeroso de gente. Es una visita guiada para visitar el riad ya que se organizan, incluso, visitas turisticas.

Las habitaciones son sencillas pero decoradas con buen gusto.
Y, en la terraza, hay una bonita jaima
Después del desayuno nos vamos hacia el puerto, lugar lleno de vida y de frenética actividad.

La venta de pescado recién capturado, los pescadores reparando las redes, los rudimentarios astilleros y el intenso color azul de sus simples barcas, hacen de este lugar un sitio imprescindible para visitar. Nos ha gustado mucho pasear por el puerto.


La playa, inmensa, es ideal para practicar el windsurf debido a los fuertes vientos, pero no es apropiada para el baño ya que hay muchas corrientes.

Alrededor de las doce nos llama el chico del riad, por fin ha podido comunicar con Avis. Nos dice que vayamos donde tenemos aparcado el coche ya que allí nos  espera el chico de Avis.
Al poco rato de esperar, un hombre se identifica como representante de Avis. Le comentamos la situación y nos dice que nos puede cambiar el coche pero que no tiene aire acondicionado. Nos da lo mismo, el aire corriente de las ventanillas tambien funcionará, lo importante es que el coche no nos deje tirados.
Nos acompaña a la oficina que Avis tiene en la ciudad, un lugar muy sencillo. Rápidamente hacemos el cambio de papeles del coche y nos vamos con otro Peugeot, de color negro y bastante viejo.
Lo aparcamos casi en el mismo lugar de anterior. Los chicos, que vigilan y cobran el aparcamiento callejero, ya nos conocen y se quedan sorprendidos de vernos con otro coche, curiosos, nos preguntan el porque del cambio del coche.
Más tranquilos continuamos la visita de Essaouira y nos vamos hacia la medina, Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2001. Sus calles estrechas, solitarias y muy tranquilas, son una verdadera delicia. La madera, el hierro y el color están siempre presentes en cualquier puerta de las casas encaladas y representan auténticas obras de arte.
 
  
   
Llegamos hasta la Skala de la Ville, un impresionante bastión construido en los acantilados. Tiene una colección de cañones europeos de los siglos XVIII y XIX
 
y desde donde se obtiene una preciosa vista del acantilado y del océano.
Essaouira tiene unas espectaculares murallas rodeando la medina que son famosas, entre otras cosas, porque aquí Orson Wells filmó las primeras escenas deOtelo.Tambien aparece enEl reinode los Cielos, de Ridley Scott y en Alejandro Magno, de Oliver Stone.  

Aprovechamos para hacer unas compras. Essaouira es famosa por sus tallas de madera. Hay verdaderos artesanos y los productos están bien de precio. Compramos varias cosas: dados grandes, una barca, varios corazones, cajitas, y algun juego de dominó todos de madera...por sólo 36 euros. Ya tenemos los souvenirs y nos ahorraremos el juego del regateo cuando lleguemos a Marrakech.

Volvemos al riad para pagar la cuenta, recogemos las maletas y nos despedimos del amable chico de recepción que nos ha solucionado el problema del coche.Como ya casi es la hora de comer, pedimos unas pizzas en un puesto de comida rápida que nos cuestan 3 euros, con bebida, cada pizza y nos vamos hacia la plaza de Molulayn Hassany, en un rinconcito nos comemos las pizzas, que no están nada mal.
Atravesamos las murallas, haciendo las últimas fotos, y nos vamos hacia el coche.
Nos despedimos de la perla del Atlántico, una ciudad realmente bonita, sencilla, acogedora, limpia, en definitiva, un lugar para regresar.


Con un poco de miedo, por lo que nos pueda pasar con el coche nuevo, ponemos dirección hacia Marrakech. La carretera está en obras y no se puede ir demasiado deprisa. La ruta está llena de cooperativas de venta del preciado aceite de argán. Este aceite se obtiene del fruto del árbol del argán, un manjar muy apreciado por las cabras, las cuales hacen auténticos equilibrios para llegar hasta el último fruto. Las cabras, pero, deben estar de vacaciones ya que no hemos podido ver ninguna. Sólo de lejos vemos un pequeño rebaño y, al salir del coche, y casi por arte de magia nos encontramos al pastor que nos pide dinero por la foto. Dinero que no le damos ya que no hemos podido hacer la foto.


El aceite es muy apreciado por sus propiedades nutritivas y dermatológicas y, dado que se obtiene de una forma totalmente artesanal, tiene un precio elevadísimo siendo considerado el oro líquido de Marruecos.
Esta foto es cogida de internet, pero la pongo para que veais los equilibrios que hacen las cabras del árbol del argán.

Llegamos a Marrakech en el ocaso del día. La ciudad es un bullicio de gente, coches, carros, motos que se entrecruzan a nuestro paso. Buscamos el riad rodeando la ciudad extramuros. Sabemos que está en la medina pero no podemos encontrarlo. Llamamos para que nos den un punto de referencia. Entramos por lapuerta Bab Aileny nos detenemos. En un punto esperamos a alguien del riad que vendrá a buscarnos.


Nada más parar el coche, ya vienen a cobrarnos el "supuesto parking". Nos negamos, ni tan siquiera hemos salido del coche. Despues de un tira y afloja, el listillo de turno se marcha y vemos a un señor tirando de un carro con el nombre del riad. El anciano viene directamente hacia nosotros, se nota que no pasamos por lugareños. Respiro tranquila, me estaba poniendo nerviosa: estamos solos en un lugar en medio de la medina, sin apenas luz, todos nos miran extrañados. Al ver al hombre me siento más tranquila. Nos indica que le sigamos y nos conduce, en pocos metros, a un parquing con suelo asfaltado, cerrado y vigilado. Luego ponemos las maletas en el pequeño carro, atravesamos las estrechas callejuelas de la medina hasta llegar alriad Aubrac. Se encuentra perfectamente situado en el centro de la medina pero para llegar hasta allí hemos tenido que atravesar una callejuela casi a oscuras.

Nos recibe una señora francesa que habla bastante bien el español y un poco de catalán. Nos da la bienvenida y, después de enseñarnos el riad, nos ofrece un té o unas cervezas. Optamos por las cervezas bien frías que nos tomamos en la terraza del riad. El riad es precioso. Hemos elegido bien. Dejamos las cosas en la habitación y nos vamos a cenar por la medina. Estamos muy cerca de la famosa plaza de Dejamma. Antes de llegar vemos los carros de naranjas, perfectamente organizadas, de los vendedores de zumos.
al igual que los puestos de frutos secos, también en un perfecto orden. Compramos unas almendras para ir picando.
Llegamos a La Plaza De Jemma, está muy oscura y, una nube de humo procedente de los chiringuitos de comida, invade toda la plaza. El olor a brasa estimula nuestro apetito.
Damos una vuelta y miramos todos los puestos de comida: los "chefs" salen a la caza del comensal, nosotros, tranquilamente, miramos todas las parrillas. Al final nos quedamos en el puesto nº 1, nos apretamos en la mesa larga y compartida, y pedimos una brocheta de pollo y un plato de cordero que llegan rápidamente. No hay que ser demasiado remilgado ya que la limpieza no es precisamente lo fuerte del lugar, sólo hay que comer sin pensar y, simplemente, disfrutar del lugar y su ambiente.

Después de la cena, damos una vuelta por la plaza y, seguidamente, nos vamos hacia el riad. No queremos llegar demasiado tarde. Estamos un ratito en la terraza y nos vamos a dormir.  
Buenas noches!!

LUNES 7-12-2009

Hemos dormido muy bien. Desayunamos en la terraza ya que hace mucha calor y el sol comienza a apretar bastante fuerte. El desayuno es bastante normalito: tortitas con mermelada, yogurt, un trozo de bizcocho, zumo natural y café con leche.
Desde la terraza tenemos unas bonitas vistas de la ciudad.
Empezamos la ruta del día desde la Plaza De Jemma que presenta un aspecto muy diferente al de la noche anterior. Entramos en los animados y coloridos zocos. Aqui se puede encontrar prácticamente todo y comprar hasta caer rendido. Nosotros no somos gran amantes de las compras y nos limitamos a recorrer las laberínticas calles cubiertas y gozar de los colores y aromas que se respira en el lugar.
 

Llegamos hasta el Musee de Marrakech. Se puede comprar una entrada combinada para visitar el museo, la madraza de Alí ibn Yusuf y la kouba Ba`adiyn. El interior del palacio, perfectamente restaurado, alberga diferentes exposiciones temporales que abarcan el arte tradicional y contemporáneo de Marrakech.


La madraza fue erigida por el sultán Abú Hasan en el s. XIV. Posteriormente restaurada por los saadies, la convirtieron en la escuela teológica más grande del Magreb rivalizando con la madraza de Fez. Enla planta superior hay 132 diminutas celdas que podían albergar a varios estudiantes. Según el poder adquisitivo se obtenia una mejor o peor celda: más grande o pequeña o con vistas al patio o sin ventanas. En total la capacidad máxima fue de novecientas personas.
Salimos de la madraza ...
...y nos dirigimos hacia la Kouba Ba'adiyn. Construida a principios del s. XII se piensa que fue el lugar donde realizaban las abluciones.
Fue el único ejemplo del Marrakech almorávide que no fue destruido por los almohades.
Estos tres edificios: madraza, museo y Kouba son los únicos de Marrakech que están abiertos a los no musulmanes, las demás mezquitas y madrasas se encuentran cerradas.
Continuamos nuestra visita de la ciudad atravesando pintorescas y tranquilas callejuelas.
que nada tienen que ver con la arteria principal, la Avenida de Mohamed V. Antes de cruzar la calle, observamos el tráfico. No sabemos el índice de accidentes que puede haber en la ciudad, pero viendo como circulan, que parece que lleven una venda en los ojos, no nos extrañaría que fuera bastante alto.
Cuando podemos, atravesamos la calle y llegamos al monumento más famoso y venerado de la ciudad: la Kotubia
El minarete mide 70 metros y puede verse desde varios kilómetros de distancia. De los tres minaretes almorávides más famosos: la Tour de Hassan en Rabat y la Giralda de Sevilla, el minarete de Marrakech es el más antiguo y el mejor conservado. Se construyó en yeso pintado y azulejos de colores brillantes, ahora por desgracia, ya no queda nada de su primitivo origen.
No se puede visitar por estar cerrada a los no musulmanes pero paseamos por los bonitos jardines que hay a su alrededor.
 
Después de comer en el café Arabe, un bonito lugar y que además se come muy bien, llegamos hasta el Palacio El-Badi. Estaba considerado el palacio mas hermoso del mundo y se le llamó "el Incomparable".
Las obras duraron más de veinte años y fueron realizadas por los mejores artesanos de la época: columnas de mármol y pan de oro recubrían las paredes.
Desgraciadamente no queda nada de su antiguo esplendor ya que ahora está en un estado ruinoso, sólo quedan los elevados muros de tierra apisonada, colonizados por nidos de cigüeñas. Las ruinas se utilizan ahora como escenario del Festival del Marrakech de Artes Populares, que tiene lugar en julio y para albergar el Festival Internacional de Cine.
Escondida desde hace siglos de los ojos de los intrusos, las tumbas saadies fue el cementerio de los jerifes, descendientes del profeta Mahoma. Esta necrópolis real se encuentra junto a la mezquita de la Kasbah.
Muestra el refinamiento y poder de la dinastí saadí, que reinó en la ciudad entre 1524 y 1659 en la llamada "Edad de Oro". Cuando el sultán alauita Moulay Ismail llegó al poder decidió borrar todas las edificaciones construidas por los saadíes; sin embargo, por temor a cometer sacrilegio, no quiso destruir los mausoleos y ordenó cerrar el jardín cementerio con una gran muralla.

El mausoleo permaneció oculto hasta 1917. De las tres salas que componen el mausoleo, sin duda la más bonita es la llamada Sala de las doce columnas: mármo de Carrara, tallas en madera de cedro dorado, paredes cubiertas con azulejes esmaltados nos dan idea de la opulencia de los saadies. Aquí se encuentra la tumba de Ahmed El Mansour y sus dos sucesores: su hijo y su nieto.
Las otras salas, también profusamente decoradas se encuentran el mihrab y las tumbas de los pequeños príncipes saaíies que murieron siendo niños y las mujeres y concubinas de los príncipes.
  
Empieza a oscurecer pero antes queremos llegar al barrio judio, el mellah, donde viven los 238 judíos que todavía quedan en Marrakech. Para llegar al barrio tenemos que cruzar el mercado cubierto. Mientras atravesamos este mercado nos acompaña el típico olor de las especias que encontramos perfectamente organizadas. Al verlo todo tan bien puesto entran unas tentaciones enormes de hacer diana en algun montoncito de curry o de pimienta...pero claro, el sentido común impera y nos contentamos con mirar, oler y fotografiar el colorido mercado.
 
Al salir, ya es completamente oscuro. Damos una vuelta rápida por el barrio y regresamos hacia el riad.Cenamos en un restaurante de los alrededores de la plaza pero la cena es horrible: está sucio, y la comida esta cruda y mala. Nos arrepentimos de no haber cenado en la plaza como ayer. Damos una ultima vuelta y nos vamos a descansar. Hemos aprovechado muy bien el día.

MARTES 8-12-2009

Hoy también amanece con un día radiante. Desayunamos lo de siempre. Hoy tenemos además fresas y yogurt. Estamos preparados para continuar nuestra visita por la fantástica ciudad. Salimos del riad y atravesamos la estrecha calle...
...hasta llegar a una calle más ancha y donde encontramos un pequeño atasco.

Por fin conseguimos salir y llegamos a De Jemma. Durante el día, la plaza cambia totalmente de aspecto, ahora bulle en dinamismo y actividad y toma protagonismo los músicos, malabaristas, domadores de monos y, como no, los encantadores de serpientes. Me muero de miedo cuando veo tantas serpientes por la plaza, algunas incluso quieren escapar del improvisado circo y tienen que cogerlas por la cola para evitar perderlas. En fin, todo un espectáculo que, cuando finaliza, hay que abonar en dirhams. Mi valiente marido, un enamorado de los ofidios pero a distancia, no le hace mucha ilusión tener tan cerca al animalito en cuestión y me apremia para que le saque la foto y poder levantarse rápidamente.
También se pasean por la plaza, los coloridos aguadores. El oficio de aguador era muy popular en tiempos pasados. Ahora, estos pintorescos hombres, han cambiado su oficio y se sitúan en lugares estratégicos en busca de la foto con el turista y obtener ingresos de una manera diferente.
Salimos de la plaza y nos vamos hacia el Museo de arte islámico. Nos cuesta un poco encontrar el camino. De repente, nos aparece un adolescente que se ofrece a acompañarnos hasta alli. Después de hacer un millón de vueltas por los callejones, llegamos al museo y está cerrado. Vaya!!! que mala suerte.
Nuestro acompañante insiste en hacernos de guía e incluso se pone de mal humor cuando le decimos que no necesitamos guía. Después de estar un buen rato negociando su propina, parece que llegamos a un acuerdo y, llevándose 2 euros y nombrando a todos los profetas, ya que el quería más dinero, por fín parece que podemos continuar por las callejuelas nosotros solitos.
Casi es imposible no perderte por la laberintica medina pero, por supuesto, esto tiene su encanto ya que aquí es donde se ve la autentica Marrakech y la cotidiana vida de sus vecinos.
Salimos del centro de la medina atravesando las murallas...
...y, con un sol de justicia, llegamos hasta el legendario hotel "La Mamounia". Sus tiempos de gloria ya han pasado, pero aún así, es considerado un hotel espléndido. Como en estos días se está celebrando el festival internacional de cine, hay personajes famosos alojándose en el hotel; la seguridad es enorme y no nos dejan visitar sus jardines. Nos limitamos a unas fotos de la entrada y listos.
Continuamos por la larguísima avenida y, mientras caminamos, vemos camellos esperando a turistas.
y los carteles anunciando el Festival Internacional de Cine
Esta curiosa señal de circulación no la acabamos de entender demasiado.
Entre muchas risas llegamos al Jardín Menara, uno de los lugares más fotografiados de Marrakech, portada de numerosas revistas turísticas. El jardín es muy popular entre los habitantes de Marrakech, es un lugar tranquilo, con muchos olivos y arboles frutales. Un enorme estanque artificial lleno de carpas y un pabellón central que, segun se cuenta, era el lugar donde tenían lugar los encuentros amorosos de los sultanes, son las visitas que se puede hacer en este lugar.
El calor es agobiante y, después de las fotos, salimos de los jardines para volver a la ciudad. Es tarde, tenemos hambre y pocas ganas de caminar, así que, cogemos un taxi que nos cuesta 3,5 euros y nos deja lo más cerca posible del café árabe, ahorrándonos una larga caminata. Ayer comimos muy bien en este restaurante y hoy repetiremos. Hacemos caso del dicho popular "mas vale loco conocido que sabio por conocer".
Aunque el restaurante está lleno, podemos encontrar una mesita en un rinconcito del agradable patio y relajadamente nos tomamos unos deliciosos spaguettis, unas cervecitas y dos espresos que nos saben a gloria.
Casi, casi nos da pereza volver a la caminata pero es la última tarde y aun nos quedan unas compras por hacer. Así que nos ponemos en marcha y nos dirigimos hacia los zocos para hacer unas ultimas compras: cajitas de madera, perfume de jazmin al peso, jabones de argan, algun brazalete...en fín, hay tantas cosas para comprar que es difícil incluso hasta decidirte.
Un poco agobiados salimos del zoco y nos vamos al riad para organizar las maletas. Descansamos un poco y nos vamos a cenar, por última vez, a Djemaa el Fna. No tenemos demasiada hambre ya que hemos comido tarde pero, aunque sea sólo para ver el espectáculo que rodea la plaza, ya vale la pena estar un rato sentados. Tomamos unos pinchos con patatas fritas y una botella de agua grande y, con cuatro euros, solucionamos la cena.
En el camino hacia el riad aun podemos ver las últimas cosas curiosas, como la consulta de un dentista
el último tramo es oscuro...
...aceleramos el paso al pasar por este callejon. Esta es nuestra ultima noche en el riad. Nos despedimos de la dueña en la terraza, mientras tomamos unas cervecitas, hacemos una última mirada de las luces de Marrakech y nos vamos a dormir.

MIERCOLES, 9-12-2009

Hemos puesto el despertador a las 7, ya que tenemos un buen tute hasta el aeropuerto. A las 7.30 ya tenemos el desayuno listo.
A esta hora hace un frio que pela y tenemos que volver a la habitación a ponernos algo de abrigo. Desayunamos, hacemos una ultima foto y nos vamos del riad. El señor que nos acompaña hasta el parquing ya está fuera esperándonos con el carro para transportar nuestras pequeñas maletas.
Llegamos al parquing, pagamos los 7 euros que nos ha costado los dos días y atravesamos como podemos la medina para salir hacia la autopista en dirección Casablanca. Los 210 km que separan ambas ciudades los recorremos sin ninguna dificultad.
Encontramos dos peajes de 63 MAD y 10 MAD antes de llegar a Casablanca. Nuestra intención es poder ver la mezquita de Hassan II. Salimos de la autopista y atravesamos los barrios de Casablanca siguiento la costa hasta alcanzar la gran mezquita.
Aparcamos el coche y, como siempre, encontramos los aparcacoches que por poco dinero te "vigilan"el coche.
Encontramos un poco raro que no haya mucha gente. Y, pronto, desvelamos el porque no hay movimiento. La visita a la mezquita es guiada y, hasta las 2 del mediodía, no es posible entrar. Vaya desilusión, nos hubiera gustado mucho poder ver la tercera mezquita más grande del mundo pero no podemos esperarnos ya que podríamos perder el avión.
Del interior podemos ver la enorme sala de abluciones pero la sala de oración, aunque intentamos mirar a través de los enormes cortinajes, nos dicen que debemos esperar a la visita guiada. Damos una vuelta por el exterior de la mezquita y nos consolamos con hacer algunas fotos.
Después volvemos al coche, seguimos la costa hasta encontrar otra vez la autopista. Llegamos al aeropuerto.
Hacemos la cola para entrar ya que hay un control justo en la puerta de entrada. Picamos algo para comer y subimos al avión, lleno hasta la bandera. Mientras despegamos, recuerdo la cantidad de buenos momentos que hemos pasado en un país que nos ha gustado muchísimo, que esperamos volver, y que os recomiendo visitar, al menos una vez.